account_circle Por: María Cecilia Alvarez, Career Partner, People & Partners

access_time 25 · 10 · 2016

Vivimos en una sociedad en dónde el control, la preparación hacia el futuro se enseña desde niños. Se rechaza la improvisación por sobre todas las cosas, y se considera una característica de los “irresponsables”.

Si bien, prepararse para el futuro es importante, estoy convencida de que tiene que ser en su justa medida, dado que los seres humanos, en nuestro mayor potencial, tenemos la capacidad para hacer uso de nuestros recursos ante situaciones no previstas. Pero ¿qué pasa cuando estas habilidades no se han ejercido o cuando seguimos siempre el mejor plan, el más pensado? Empezamos a debilitarnos en nuestra capacidad para manejar contingencias porque éstas escapan a lo que teníamos pensado.   Cuando esto pasa, hasta las situaciones más cotidianas se vuelven una fuente de estrés y tensión, acumulando molestia y sintiendo inseguridad.

El mundo de los seguros es un tremendo negocio… ¿por qué? Porque la gente está enfocada en lo que podría llegar a pasar mañana, y los seguros son para cuando estos acontecimientos negativos ocurren.   Lamentablemente, esto refuerza el vivir con un pie en un tiempo que es ficticio, que no existe y que cuando existe ya no es futuro sino presente.

Está tan arraigado el intento de controlar el futuro para “evitarse molestias” que cuando surgen eventos espontáneos, como ir a un restaurante, un concierto, o cualquier actividad parecida, los controladores inevitablemente empiezan a manifestar la incomodidad de lo no planificado, con frases como: “seguro que no vamos a tener dónde estacionar”…debe estar lleno, deberíamos haber hecho alguna reserva, porque me muero si hay que esperar…”, es decir, empieza desde ya a adelantar las emociones desagradables que “eventualmente” podrían ocurrir pero que AÚN NO OCURREN.

Es lo que yo llamo siempre, ENSAYAR PARA PASARLO MAL, algo absurdo, inútil, y que genera mala energía para el que la está viviendo y para el que lo acompaña.

En lugar de disfrutar el momento presente, se está ya amargando por lo que puede pasar. ¿Y si esto no ocurre? Es decir, si no tuvo que esperar y encontró estacionamiento? Fantástico, pero nadie podrá borrar el mal momento que pasó y que hizo pasar a los demás. ¿Y si efectivamente no hay dónde estacionar o hay que esperar? Podrá pasarlo mal pero en la realidad, es decir, en el momento que pasó, no antes, porque ya sabemos todos que para pasarlo mal, no se necesita ensayar.

He visto mucho este comportamiento en mis años como Consultora en Outplacement. Algunas personas tienden a mirar sólo el objetivo de la reinserción. Eso significa que cuando son invitados a participar en un proceso, están felices…pero no tanto.

Para su forma de ver, no hay nada que celebrar porque todavía no consiguen la meta final que es la Oferta de Trabajo.

Aun cuando sigan avanzando en el proceso, se muestran cautelosos, y son resistentes al entusiasmo. Esto, a la inversa del caso anterior, opera sólo para lo potencialmente positivo. Es decir, no hay permiso para alegrarse cuando el objetivo final no se ha conseguido. ¿Por qué no celebrar cada nuevo paso hacia el objetivo? ¿Qué de malo puede tener el llenarse de emociones positivas por un momento aunque no sepamos si van a continuar? ¿No es acaso mejor, concentrarse en cada momento pequeño de la vida, que es el único que tenemos, que respiramos?

Siempre he confiado en que la vida nos muestra mucho más de lo que somos capaces de ver, porque vivimos insertos en un entorno, pero no somos permeable a él. Tengo la creencia de que muchas de las decisiones que nos apresuramos por tomar, por definir, no serán las correctas porque cada momento trae nuevos antecedentes, es decir, más información que van haciendo más completo el panorama, y esto siempre contribuye a la mejor evaluación de cualquier decisión.

El vivir el hoy de la mejor forma posible, nos va asegurando en alguna medida el mañana, pero sólo si se vive con los ojos bien abiertos. El que está siempre enfocado en el futuro, se pierde de las oportunidades que se le muestran porque no “pierde tiempo” saliéndose de su camino trazado. Es decir, el mapa no deja ver el territorio. Se ha entonces perdido la capacidad de fluir, y sabemos que en la flexibilidad está la supervivencia, en la adaptación al entorno siempre dinámico. Finalmente, la vida siempre tendrá imprevistos – de eso se trata – pero soy de las que cree que los eventos intempestivos no son siempre negativos, la vida también tiene la posibilidad de sorprendernos de manera positiva, y sigo caminando y explorando para no perdérmelo cuando aparezca.

CUIDA EL PRESENTE PORQUE EN ÉL VIVIRÁS EL RESTO DE TU VIDA.

Por María Cecilia Alvarez, Career Partner, People & Partners

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